2/26/2011

EL PODER DE LA VALENTIA 2da. PARTE: "falsos profetas"



A través de la historia, el profeta siempre ha sido el mensajero o voz de Dios. El ha usado sus profetas para comunicar sus advertencias y planes. De acuerdo a la palabra (la Biblia), también encontramos "muchos" falsos profetas en nuestros días que "engañarán a MUCHAS personas" (Mt. 24:11). Aunque estos falsos profetas puedan alegar conocer y comunicar la verdad de Dios, están esparciendo mentiras (Jer. 14:14). Los falsos profetas son realmente lobos rapaces, peligrosos, disfrazados de oveja (Mt. 7:15). ¡Por lo tanto, pueden engañar a un pueblo dormido muy fácilmente! Los falsos profetas pueden conocerse por sus "frutos" (Mt. 7:16) estos hablan con convicción, ya que esperan el cumplimiento de sus palabras mentirosas (Ezeq. 13:6). Estos profetas hablan exactamente lo que la gente quiere escuchar y a la gente le gusta escuchar cosas que le produzcan falsas esperanzas. Pero Jesús nos pone en guardia contra los falsos profetas: Cuidado de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestido de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. (Mat:7:15) Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. (1 Ju:4:1)
Nosotros debemos ser cuidadosos respecto a emplear mal el nombre del Señor, especialmente para manipular o controlar a otros. Aquellos que lo emplean mal, deberán rendir cuentas al Señor por sus acciones… Un verdadero profeta es muy prudente y cuidadoso respecto a las palabras que usa. Ellos entienden la seriedad del ministerio que tienen, y la responsabilidad solemne de declarar algo del Señor. Hay que obedecer cuidadosamente los mandamientos de Dios. Ni hacer más, ni menos, ni diferente. Sino tal cual como Dios manda en su Palabra.

Jesús tiene sus razones para estar preocupado por nosotros y con cuánta razón nos dice: Guardaos de los falsos profetas. Velad y orad para que no caigáis en tentación, Porque el espíritu está pronto pero la carne es débil… “Estén en guardia, atentos, y no se duerman, no sea que cuando venga yo los encuentre dormidos” (v.33).


Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca”.
(Salmos 78:1)

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