Muchas personas quieren hacer negociaciones con Dios y lo condicionamos, diciéndole que le serviremos pero pedimos algo a cambio. Esta es una actitud incorrecta ya que debemos servirle sin esperar nada porque estamos seguros que Él nos dará lo justo. Es importante entender que no podemos manipular a Dios para que trabaje de manera en que queramos en cierta situación. Jacob lo hizo diciendo: «Si va Dios conmigo y me guarda en este viaje en que estoy, si me da pan para comer y vestido para vestir y si vuelvo en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios (Génesis 28.20–22)
Normalmente, semejante manifestación divina produciría en una persona una clara respuesta de adoración al reconocer el regalo de Dios. Pero no ocurrió así con Jacob, sino que le dio a entender al Señor que solamente sería su Dios si se daban ciertas condiciones: “si vas conmigo, si me guardas, si me das pan, si me das vestido, si vuelvo en paz”. Le estaba dando a entender al Señor que él también tenía sus prioridades. Si se cumplían, entonces sí seguiría a Dios.
La postura de Jacob revela una tendencia arraigada en nuestro corazón, que es la de creer que nosotros podemos manejar a Dios según nuestros caprichos. Nosotros ponemos las condiciones y él se ajusta a nuestras peticiones. Es por esto que se torna tan difícil seguir al Señor, pues él no acepta negociar con nadie. Para tener una relación con él debemos estar dispuestos a rendirnos absolutamente a sus pies.
Dios sin nosotros, sigue siendo el mismo Dios Todopoderoso, pero nosotros sin Dios no somos nada. No tratemos de manipular a Dios condicionando su actuar a nuestra fidelidad u obediencia. El cristiano inmaduro va donde quiere, mientras que el cristiano maduro va donde le dice el Padre. Todos debemos tener la actitud de Juan el Bautista que declaró: “A él le toca crecer, y a mí menguar” (Juan 3:30).
es cosa sería desafiar a Dios. Dios es paciente, Dios
es generoso, Dios es amoroso; pero llega un momento en que El
dice, ¡Basta ya!
Sólo tú sabes cuándo podría llegar ese momento en tu vida. No
juegues con Dios. No lo desafíes, no lo condiciones; No lo deshonres. Arrepiéntete ya, si estás viviendo en rebelión o en desafío, antes de que sea muy tarde. Oye la voz de Dios; y El te librará...solo dile yo te serviré sin condiciones y sé que me darás lo que es justo”. No lo limites, déjale hacer conforme a Su justicia.
Además, Dios llena hasta rebalsar los graneros de los justos que le honran con las primicias de sus cosechas (Proverbios 3:9-10). Al hacer lo correcto, Dios, justamente, nos da lo que merecemos.
Si resistes a Dios y lo desafías en tu vida, te encontrarás con consequencias implacable; en cambio, si te arrepientes y te humillas ante El, descubrirás un Dios de misericordia, un Padre amoroso y bueno.
Todos, justos e injustos reciben fruto de su trabajo. Le irá bien a quien hace lo correcto porque trabaja y se esfuerza. De igual forma, le irá mal a quien no obra con justicia y desperdicia las oportunidades (Isaías 3:10-11). Esfuérzate haciendo el trabajo que te corresponde y Dios te bendecirá.
ver la predica